Comentario
Capítulo doze
De lo que passava el que hazía el banquete con los mercaderes de su pueblo despues que volvía de combidar
Haviendo reposado el que havía de hazer el banquete, començava aparejar todo lo necessario para los principales mercaderes y para los que llamavan naoaloztoméca. Hazíalos saber primeramente a tres principales: el uno se llarnava Cuappoyaoaltzin, y el segundo Uetzcatocatzin, y el tercero Çanatzin, que eran los principales mercaderes y que regían a los otros mercaderes. A éstos dava comida y bevida, y cañas de humo. Y dávalos mantas conforme a sus merecimientos, mantas que llaman amanepaniuhqui, y mastles de cabos largos que llamavan yacauíac, todo rico. Después de haver hecho lo dicho, sentávase delante de ellos, y dezíales: "Señores míos, aunque yo os sea prolixo y pesado, quiéroos dezir dos palabras, y es que tengo propósito de ver la cara a nuestro señor Uitzilopuchtli, haziéndole un pequeño servicio. Hame hecho merced nuestro señor de que he allegado un poco de hazienda que él me ha dado. Quiérolo gastar en alguna buena obra de su servicio. Esto hago saber a vuestras mercedes, y no más." Luego ellos le respondían, diziendo: "Honrado mancebo, aquí estás en nuestra presencia. Hemos oído lo que dixiste. Tenémonos por indignos de oír los secretos de nuestro señor dios Uitzilopuchtli, que con lágrimas y con sospiros nos ha manifestado. Y sabemos que no es de un día ni de dos, ni de un año ni de dos, este tu deseo y esta tu devoción. Y por ser la cosa en que te pones tan pessada, pensamos que has de hazer alguna niñería o muchachería. Mira que no eres suficiente para este negocio, ni saldrás con él. Mira que no nos eches en vergilença a nos y a todos los mercaderes, que se llaman yiaque y tecoanime y tealtianime. Quiçá no has echado bien la cuenta de lo que es menester, ni has aparejado lo que se ha de gastar con tus combidados. Veamos lo que tienes aparejado en tu casa. Pues que somos viejos, conviene que nos lo muestres."
Haviendo dicho esto los viejos, luego el mancebo que havía de hazer el combite les dava cuenta de todo lo que havía de gastar. Haviéndose satisfecho los principales, dezianle: "Mancebo honrado, hemos visto lo que tienes aparejado para la fiesta de nuestro señor. Comiença en buen hora con diligencia y sin pereza ninguna, y con buen ánimo y esfuerzo. Atienta mucho en tus palabras. Témplate mucho en lo que has de dezir. No des cuenta a la gente vulgar. Conversa con todos como de antes. Esto es de lo que te avisamos, porque has de dar comida en cuatro partes: la una cuando de nuevo han de llegar tus combidados, y les significares la fiesta que has de hazer; segundariamente cuando hizieres la cerimonia que se llama tlaixnestla, terceramente cuando los esclavos se ataviaren de sus papeles, y se hiziere la cerimonia que se llama teteualtta; lo cuarto cuando sacrificares a los esclavos que han de morir. Mira que para todas estás cosas no tomes a nadie lo suyo. De esto te avisamos."
Haviendo oído esto, el mancebo dezía a los viejos y principales: "Muy ilustres señores, havéisme hecho gran merced y gran misericordia en lo que me havéis dicho. No conviene, por cierto, que olvide yo estás palabras. Dezidme todo lo que vuestro coraçón dessea, y sea oída y publicada y notada vuestra doctrina y vuestra ancianidad." Luego dezían los viejos aquel mancebo: "Hijo, baste lo dicho. Busquemos entre los que tienen el arte de contar los días un día que sea próspero." Y luego embiavan a llamar a los que usavan de esta arte y ganavan de comer con ella. Luego ellos miravan el día convenible y, hallándole, dezían: "Tal día seré convenible para esto, ce calli o ume michid o ume ogomatli, etc." En uno de estos días començava su banquete el que havía de hazer esta fiesta. Después que los viejos mercaderes principales havían dicho todo lo que convenía, despedíanse del moço con estás palabras: "Hijo nuestro, ya hemos visto y entendido tu deseo y lo que pretendes, lo cual con lágrimas nos has significado. Avisámoste que no te ensobervezcas, ni altivezcas, ni desprecies a nadie. Ten reverencia a los viejos, aunque sean pobres, y a las viejas, aunque sean pobres, y a la otra gente baxa y pobre. Haz misericordia con ella. Dales qué vistan y con qué se cubran, aunque sea lo que tú deshechas. Dales de comer y de bever, porque son imágines de dios; por esto te acrescentará dios los días de la vida, si bivieres largos días. Si no hizieres lo que te aconsejamos, cegarás o te tullegrás o te pararás contrecho. Y esto tú mismo te lo buscarás, y dios te lo dará, porque sus ojos penetran las piedras y los maderos; no te podrás asconder de él. Mira que no dessees la muger agena ni la hija agena. Comiença a bivir bien. Con esto que hemos dicho cumplimos contigo, no más."